Oooommmm

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Por María Xavier Gutiérrez

Me contó una hija un cuento sobre la muerte de su padre. El de 90 años, vivió con salud y lucidez hasta su último aliento. Diagnosticado con  leucemia, después de dos transfusiones sanguíneas, su esposa con quien compartió este cielo por 63 años decidió que lo llevaría a casa para que estuviera en paz. Sin pinchazos, sin medicamentos amargos, sin luces frías de hospital. El, consciente y sereno vivió sus últimas semanas en el cariño del hogar.

Días antes de morir él ya no quiso comer, un enfermero le dijo a la hija que lo dejara tranquilo, que su cuerpo necesitaba apagarse lentamente. Cuando el padre empezó a morir, la hija puso de fondo las melodías que a él le gustaban,  llamó a los nietos que estaban dispersos en el globo y desde allí se conectaron en espíritu para despedirlo con amor. A su lado estaban la hija, la esposa, el nieto y el enfermero, todos le acompañaron en su partida, le decían «te queremos», «te podes ir», «que tengas buen viaje». Su pulso se fue apagando hasta que se marchó. Fue cremado y luego esparcido en en el aire donde siempre va a estar presente.

Es una historia hermosa porque morir es una ocasión solemne, es como nacer, sucede solo una vez. Me gusta cuando se despide a alguien con aplausos porque ha concluido su misión. Todos deberíamos de morir así, acompañados, sin miedo y con nuestros méritos en alto.

En yoga usamos el mantra Oooommmm y entre sus significados representa el inicio del viaje, el trayecto y el final y aunque culturalmente no he sido educada para aceptar la muerte, cuando hago Ooommmm me gusta pensar que así es la cosa, que no hay una sin la otra, que no hay ida sin regreso, pero también me empuja a apreciar esta vida en su sentido único, viviendo el presente como si fuera el mas sublime de todos.

2 comentarios sobre “Oooommmm

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  1. Cómo cuesta acostumbrarse a la idea de la muerte. Hace poco tuve una conversación con un amigo, acerca de eso, y me mencionó algo que me dió una lucecita: «lo que nos da angustia es el sentimiento de añoranza, que vamos a extrañar a esa persona, o que nosotros mismos (al morir) vamos a extrañar la vida, pero ya no vamos a estar, no vamos a poder extrañar»
    El por supuesto no es creyente, ni nunca tuvo mucho contacto con la religión, como nos pasa a muchos, que de niños tuvimos bastante y de adultos casi nada. De todas formas me pareció bien acertado su comentario.

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