Por María Xavier Gutiérrez L / Feb / Marzo 2023
Ilustración por María Xavier Gutiérrez /Mujer Urbana
Siempre me anunciaron que al irse el último de los hijos el vacío que dejan es hondo como un pozo. Ayer se fue mi Belén, mi sol como le llamé al oído abrazándola para despedirla. Se va por muchos meses al viejo continente y yo me siento feliz por ella.
Belén nos acompañó a Fran y a mi durante el traslado inesperado de país, nos acompañó cuando rompimos con todo atrás, ella y yo botamos mucho cabello -dicen que así es como el cuerpo llora cuando no salen lágrimas-, nos acompañó instalando una nueva casa y me acompañó cuando aprendía las calles de San José, diciéndome: «vos podes mamá!! no veas el GPS», me acompañó a bailar Titi Me Preguntó….y a cantar Something Just Like This
Nosotros la acompañamos en su último primer día de clases en su nuevo colegio, disfrutamos de sus historias con nuevos amigos, la vimos adaptarse con garras y corazón al entorno, dejó de botar su cabello, superó su rendimiento académico, la quisieron mucho en ese colegio. Le dije que la experiencia de cambio de país la preparó para los desapegos y para su futuro.
Nos dejó una nota a su papá y a mí, la leímos cuando su avión iba al vuelo, nos dijo que ella va feliz, que estemos felices por ella, que «así es la vida», que nos adaptemos, que nos ama, que ella va a estar bien. La leí seis veces con los ojos incrédulos. Pero la verdad es que así es mi hija, una persona de 17 años sumamente práctica –desde pequeña–, y la admiro por eso.
Cuando a los 6 años terminó el preescolar, su papá le preguntó si no estaba triste de dejar a sus amiguitas, ella respondió que ya había estado muchos años con ellas y que quería conocer nuevos niños y niñas, su papá quedó en shock. Entonces creo que ella sabe de desapegos y de cierta forma ella me preparó a mí para eso.
Soltar a los hijos es tan importante como recibirlos al nacer, y no aprendemos esas tareas leyendo un manual. Recibirlos es hacer espacio para que alcancemos juntos, para acompañarnos de cerca, sacar chispas en el roce diario, para compartir la sala de baño, para repasar las letras y matemáticas con ellos, es que no nos importe que nos contagien de gripe. Por ejemplo, cuando nació Diego –mi hijo mayor–, sentí que siempre había estado conmigo, con nosotros. Hacerles espacios fue algo natural para mí, algo instintivo.
Soltarlos está siendo para mí confiar en ella, en él, es sentarnos en el comedor a conversar entendiendo la vida desde sus experiencias, buenas o malas. Pero para ser sincera tampoco estoy muy clara de qué más significa soltarlos, solo se que es una acción natural, instintiva, y no se puede ir contra corriente. Tálvez soltarlos sea una muestra más de mi propia madurez –y la de ellos–. No se si soy una mala madre pero realmente no siento ese pozo hondo que me comentaron, no siento el llanto por el nido vacío, más bien tengo mucha ilusión por ver en qué personas se están convirtiendo y relacionarme con ellos desde sus juventudes y yo desde mi madurez. Tampoco se si me preparé para este momento, –tálvez soy igual que Belén a sus seis años–, pero yo tengo cincuenta y uno, mi hija menor acaba de irse a otro país y mi cuerpo lo sabía. Como una premonición ante la maternidad de cuerpo a cuerpo que termina, mi menstruación ha dejado de venir este año y quizá eso también sea parte del proceso de soltarlos.
Entonces en este tiempo que ya no me urge llevar o traer hijes, ayudarles con su nutrición y otras cosas, tengo dos citas muy importantes, una conmigo misma y otra con mi esposo. Siento que esta etapa puede ser muy estimulante, volver la vista hacia mí misma significa crecer como ser humana que soy, como mujer y con ello crecer en todas las direcciones posibles, saber de mis recursos y usarlos. Actualmente no tengo certeza de dónde voy a ir y eso es sumamente hermoso, el no saber en qué persona me voy a convertir ahora que mis hijes han empezado sus caminos independientes. Es pararme al centro, justamente donde se flota y disfrutar la incertidumbre. Eso es poderoso.
Me encanta leerte y sentir que la humanidad compartida es tan real como objetiva .
Impresionantemente Preciosooo!!!
Gracias por leerme querida Vecina de siempre!
Felicidades Maria Xavier mejor explicado en sencilo Imposible. Exitos a vos y a tu esposo.
Alejandro!!! Gracias!!! Un abrazo para vos!
Me encanta la fluidez y naturalidad con la que compartes este proceso natural, nosotras fuimos hijas que también nos fuimos de las casas de nuestros padres! Y aquí estamos, en otra etapa aprendiendo, sin la certeza de lo que viene, pero confiando que será bueno y mejor, para ellos y nosotras!
Un abrazote
Gracias Angy !! Asi es, confiando, confiando.
Mi respeto y admiración mi estimada Ma. Xavier, lindo escrito. Claro que no es fácil, pero con esa actitud, lograrás como siempre salir adelante, junto a tu linda familia. Un gran abrazo!!!
Hola Dra. Indiana, que lindo leerla por acá!! Gracias!!!!