Hace un rato que visité mi ciudad sentí ese olor a monte quemado que rellena todo el aire, por kilómetros a la redonda. Ese olor es tan Managua y es tan propio de Nicaragua que cuando lo aspiré me dije "ajá, ya llegué a donde pertenezco".
Hace un rato que visité mi ciudad sentí ese olor a monte quemado que rellena todo el aire, por kilómetros a la redonda. Ese olor es tan Managua y es tan propio de Nicaragua que cuando lo aspiré me dije "ajá, ya llegué a donde pertenezco".