Mujeres Urbanas

Por María Xavier Gutiérrez

Amanda se vestía bonita por las tardes, ella se cosía(*) sus vestidos, compraba telas estampadas o muchas veces eran de manta blanca y se hacía vestidos ceñidos al cuerpo, de tirantes, hasta la rodilla, también acostumbraba transformar la ropa que ya no le apetecía, lucía sus trajes siempre con tacones, siempre sus pantorrillas blancas destacaban ese músculo que se dibuja por detrás. En las tardes, cuando el día marca el final de las responsabilidades ella solía verse con sus vecinas, muchachas de 30 ó 35, se sentaban en el porche de sus casas, a veces en el de ella, a veces en casa de otra. Alguna llegaba en bicicleta desde la otra calle a sumarse a la tertulia, “puerteaban»(1) y fumaban sus cigarritos y bebían café y reían de todos esos cuentos que tejían los fines de semana que salían a disfrutar de su juventud. Juntas se reían de la vida!

Los atardeceres eran completamente suyos, hablaban de sus maridos, exmaridos, de sus crisis, de los problemas políticos de Nicaragua, de la escasez de carne, de papel higiénico, hablaban de los aeróbicos que recién se habían puesto de moda, de la Madonna, de los vecinos indeseables, de esas recetas de pan que no quedaban bien por la falta de levadura, hablaban de emigrar del país, de sus hermanos idos del país y de seguro también hablaban de los hijos y de sus trabajos, -una de ellas se fue a Canadá-. Muchas veces yo me sentaba cerca de ellas, en alguna gradita por allí, casi a nivel del piso, yo en mi uniforme de colegio, sudada y despeinada. Fue justamente con ellas como aprendí que compartir con las amigas es sumamente poderoso y me caló por dentro el deseo de tener yo también una tribu de amigas.

Algunas cuadras mas arriba, dentro de Pancasán, vivía Ivonne, achinada y muy guapa, también estaba en sus treintas, ella tenía un grupo de amigas que disfrutaban componiendo el mundo, estas eran idealistas, quizá no puerteaban tanto como Amanda y sus amigas, pero hacían ruedas intensas en las plazas públicas, en los corredores de los ministerios gubernamentales, hacían fiestas con música testimonial y también con salsa, escribían poesías y manifiestos, habían arriesgado su vida en la guerra y habían perdido hermanas y amigos en esa misma guerra, invertían horas hablando de género, de socialismo y de la Revolución Popular Sandinista que ellas mismas protagonizaban. También hablaban de sus crisis y de las rupturas familiares causadas por la cruzada idealista. Conocí a algunas de estas chicas porque eran madres de mis amigas del colegio y eran pura dinamita, igual que las amigas de Amanda, -quien sucede que es mi madre-.

Hace unos días las amigas de Ivonne se abrazaban entre sí para exprimir el vacío que dejó su muerte, yo sentada desde el fondo de la funeraria y vestida de luto observé como esas chicas que ahora llevan sesenta años encima la lloraron, pero también pude ver como se congregaban para despedir a una integrante de su tribu con los honores merecidos. Al verlas me arropó el sentimiento de amor que dan las amigas y que nos acompaña hasta que la muerte nos separa.

Creo que las amigas son esas almas gemelas que aparecen cuando no lo esperamos, nos asaltan y nos apapachan para hacer nuestra vida más llevadera. Son aquellas que vemos seguido pero que también a veces perdemos de vista por meses. Alguna amiga llega y te acomoda el flequillo que se te ha desajustado, otro día te agarra la mano y te la lleva a su corazón para demostrarte que esta verdaderamente asustada, a veces te ayuda a cargar un paquete porque tus hombros ya no pueden más, a veces solo comparten silencios, pero también puede ser alguien no tan cercana que te dice algo que te ilumina el día, a veces puede que sea la fiel lectora de este blog porque nos sintonizamos con las palabras.

El mujeres urbanas dossábado siguiente al entierro de Ivonne nos reunimos con su hija a desayunar, para darle cariño y compañía, pero también para inyectarnos dosis de amistad. Nosotras no puerteamos ni nos reunimos en plazas públicas porque la vida actualmente es más acelerada, las agendas son un laberinto de compromisos y tampoco militamos en política, -creo que la vida en Pancasán en los años 80 era más sencilla que ahora, o así la recuerdo yo-.  Aunque suene absurdo no nos vemos tan seguido pero estamos conectadas virtualmente cada minuto a través de chats telefónicos donde contamos de todo, cosas ridículas y serias, pedimos auxilio, hablamos de comida, salud, sexo, emociones y tacones. Es cierto que los chats no reemplazan una tarde juntas «embutacadas»(2) pero es la forma moderna de crear y fortalecer un vínculo de pertenencia a una tribu en la que tenemos más similitudes que diferencias, un grupo imperfecto, un organismo vivo atizado por emociones, el ying y el yang, un espacio para ser mujeres donde al igual que nuestras madres aportamos lo que somos motivadas por ese colectivo de almas gemelas. Somos nosotras ese relevo generacional, viendo a nuestras madres crecer y morir, caminando detrás de ellas y a la vez jalando a nuestras hijas. Somos esos seres vivos de manada que yo llamo mujeres urbanas.

DALE PLAY: Escena del film Magnolias de Acero, 1989. Mientras la madre desespera por la muerte de su hija, sus amigas la hacen reír (Dos minutos)

El poema de Gioconda Belli para Ivonne Siu (Oct. 2014)

A LAS AMIGAS QUE SE VAN, PARA LAS AMIGAS QUE QUEDAN

(A Ivonne Siu, inolvidable)

En la cinta móvil de la vida

Esa pasarela por la que desfilamos

Frágiles danzarinas aspirantes

Al beneplácito de nuestros semejantes

Como barcos avistamos a las amigas

en la niebla de las ocupaciones.

Es al cruzarnos fugazmente

Cuando la nostalgia de no vernos más aflora;

El asombro de reconocer cuánto nos extrañamos.

Hay días en que alguna sin avisar

Abre la puerta lejana de salida

-esa con el letrero luminoso de EXIT-

Y dando media vuelta silenciosa

Sale para no regresar –

Arde como herida la separación

La ausencia infinita, el tajo del nunca jamás

Y arde también la noción del tiempo sin compartir

Lo que no nos dimos, ni gozamos juntas.

Los días que pasaron ávidos por la puerta

Sin que les diéramos ninguna importancia.

GLOSARIO / Notas:

(*) Dado algunas observaciones por el uso de «cosía» con S: Cosía de hacer ropa es con S; cocía de hervir/cocinar es con C

1. «Puerteamos» en Nicaragua significa sentarse en las entradas de las casas a conversar

2. «Embutacadas» en Nicaragua significa sentarse en sillas con balancín, también llamadas mecedoras, derivado de mecerse.

5 comentarios sobre “Mujeres Urbanas

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  1. Me gustó mucho, una reflexión sobre la esencia de la amistad, aprender a cultivarla es difícil, identificar la amistad también lo es, pero cuando es alma gemela como tú lo expresas, es cuestión de química pura.. no sabía que Ivonne había partido

  2. Recordar es volver a vivir!
    Me sacastes mis lágrimas Maria Xavier, ya que me siento parte de esa historia, de ese tiempo tan bello, tan alegre y tan inocente en nuestra forma de disfrutarlo con la mayor sinceridad entre cada una de nosotras. Con nuestra juventud y a la vez con nuestras responsabilidades como madre y como profesionales…..reíamos,bailábamos, cantábamos, lalalalalala!
    Lo más lindo es que seguimos siendo tan unidas y cuando nos juntamos parecemos muchachitas, ya no jovencitas, riéndonos hasta de nuestras tristezas😜 siempre unidas seremos! Tkm

  3. Felicidades Maria Xavier me encanto. Hay estudios científicos que demuestran que el reunirse con tus amigas pueden curar muchos dolores principalmente los del alma.

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