Mi manada Renner

Por María Xavier Gutiérrez

  • Para Claudia, Marcela, Valeria, Verónica, Alejandra, Pavlova, tío Marvin, tío Eliseo y en especial para la tía Gladis  
  • Para los Renner dispersos por el mundo, a los que no conozco
  •  Para el tío Maning Renner, a quien no pude conocer y murió en combate en el Frente Sur, Nicaragua
  • Para aquellos hijos de la Revolución en el exilio

Claudia y yo en un acto sandinista en Colonial Los Robles. 1980 o1981
Claudia y yo en un acto sandinista en Colonial Los Robles. 1980 o1981

Cuando yo tenía como 13 años llegó Claudia a despedirse de mí. Nuestras familias se habían distanciado y ella había cambiado de colegio, sin embargo ella era mi mejor amiga. El concepto de amistad que tengo hasta el día de hoy nace con ella, creo que éramos como hermanas -casi desde que nacimos-.

Era como 1984-85?, me llamó desde unos limonarios que había afuera mientras  yo veía la tele en la sala de mi casa en Colonial Los Robles, salí y me dijo que al siguiente día se iba a del país, que se iban todos y que ya no volvían. Nos despedimos y me quedé impresionada pero fue hasta hace un par de años que lloré mucho por esa despedida, mientras procesaba sicológicamente algunos duelos emocionales.

Luego, para 1987 se fueron mis primas, las de mi edad, de ellas no me pude despedir porque se fueron a escondidas, mis tíos tenían miedo del gobierno sandinista. Solo recuerdo mi impresión al enterarme que mis primas, con las que jugaba largas jornadas en Ticuantepe, con las que crecí y nos reíamos sin parar…. Se habían ido. Yo las quería un chorro. Guarde hondo esa ausencia.

Por parte de mi madre éramos una familia grande, de su generación pueden ser más de treinta primos, la mayoría mujeres. Muchos de ellos también se fueron, mis otras primas de Granada; mis tías con las que iba yo al colegio Francés Sagrado Corazón, -yo en kínder y ellas en secundaria- las que me apodaron “tuta ladrona”; mis tías abuelas que eran unas matronas, todas desaparecieron de mi vida.

Imagen
Borador básico del árbol genalógico Renner Estrada

Por las historias que cuentan se la pasaban alegrísimo, -bueno, también hubo algunos dramas-, pero crecieron de forma cotidiana, “pues” como una gran familia latina. Pero a mediados de los 80 casi todo ese gentío se disgregó por el globo, y los que permanecimos acá quedamos desunidos, al menos así lo percibí, explotamos como una supernova, lanzando nuestras partículas humanas en un millón de espacios.

Para mi adolescencia solo quedaban las viejas historias de ese grupo que se amaba pero que ya no estaba, y como la vida es un tornado, los que nos quedamos en Nicaragua reemplazamos a los ausentes con nuevos amigos. Los que partieron quizá nos recordaban, quizá no, solo sé que  la sicóloga Auxiliadora Marenco dice que los chavalos que se fueron al exilio también son hijos de la Revolución porque son sobrevivientes: hospedándose en casas de parientes que no les querían, trabajando desde los 12 años, mimetizándose para calzar, y por eso muchos se resintieron tanto con Nicaragua que no volvieron nunca, incluyendo algunos parientes míos.

Los Renner son mi manada y me hubiera encantado crecer con todos ellos, talvez sería yo otra persona. Es que en las manadas obtenemos el sentido de pertenencia, de identidad, de solidaridad, el respaldo y el amor de quienes te han visto crecer, caerte y levantarte. Mi mama tuvo ese privilegio. Yo, lejos de pensar que los Renner serían la manada perfecta y sin querer idealizarlos soy consciente que era un derecho de vida que perdí.

Pero no hay que llorar por la leche derramada y en esta vida que da vueltas se abren ciclos que nos dan nuevas oportunidades. Resulta que hace tres semanas nos reunimos por primera vez desde la supernova. Llegaron los que pudieron,  fue increíble la ansiedad que teníamos por vernos, tocarnos y reconocernos. Llegaron mis primas y para mí fue como cerrar un ciclo de espera. En privado lloré de la emoción y me contuve al saludarlas.

Entre las cosas sorprendentes del encuentro fue enterarnos de que a muchas nos gusta escribir y que aún somos más mujeres que hombres. También me impresionó sentir las ganas que tenemos de seguir conversando y de volver a ser vecinos. Destaco el hecho de que hayan hecho las paces con nuestra Nicaragua.

Es cierto que crecimos en otra dimensión y no podemos recuperar recuerdos no vividos, sin embargo me queda la felicidad de haber disfrutado a mi manada Renner, me gusta sentirme parte de ellos y saber que yo existo en sus corazones, así como ellos en el mío.

Dentro de mí, este encuentro despertó zonas que aún no identifico, solo les cuento que desde ese día volví a encender mi viejo hobby  de la fotografía y nuevamente encuentro el sentido a las fotografias familiares.

Sobre mi amiga Claudia… en mi corazón ella siempre será parte de mi manada.

Foto el dia del encuentro, el 22/6/13, apurados nos reunimos para la foto con los ultims rayos del sol mientras nos caía una suave brisa despues de un aguacero que boto las ramas de un árbol
Foto el dia del encuentro, el 22/6/13, apurados nos reunimos para la foto con los últimos rayos del sol mientras nos caía una suave brisa después de un aguacero que botó las ramas de un árbol.

8 comentarios sobre “Mi manada Renner

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  1. Que belleza! que talento de escribir y contar tus sentimientos. Lloré de principio a fin mientras leía. Por varias razones. Dos de ellas, el hecho de permitirnos tanta intimidad y por lo lindo que describistes el ser y pertenecer a una manada. Gracias por compartir, linda tu catarsis y tu manada.

  2. Prima que lindo tu escrito! La verdad que ese encuentro despertó en todos algo especial, yo revivi muchos recuerdos de ustedes mis primos más grandes que marcaron mucho mi infancia! Mis primas lacayo Castro como no revivir la infancia disfrutada en ticuantepe! Es cierto que los que nos quedamos no nos disfrutamos, pero me queda la satisfacción de que al vernos sentimos la necesidad de abrazarnos, tocarnos y llorarnos, eso representa mucho, eso indica como decís, que somos de la misma manada! Te quiero! Besos!

  3. Sobrina, es sorprendente tu escrito, es un cuento discriptivo con pasión, con fuerza, con realidad, admiro tu capacidad de abrir tu alma hacia los demás, no tienes miedo, no tienes prejuicios, eres admirable, siempre te lo he dicho, continúa escribiendo y cuando lo decidas haz tu BETSELLER de tus ESCRITOS, adelante…. un abrazo MALU

  4. Mari, me sacaste las lágrimas.. gracias de verdad por compartirnos este escrito y sobre todo estas emociones. Mi experiencia fue un poco diferente a la tuya, pues la primada mediana nos quedamos en Nicaragua y algo se recuperó de esa sensación de manada… Carlos, Horacio, Helmuth, la Daniela, Rodrigo… Pero seguramente habría sido muy distinto si nos hubiéramos quedado todxs juntxs… Imaginate lo distinta que habría sido la vida de mi abuela 🙂
    Pero bueno, es lindo agradecer la reunión de este junio…
    Un abrazo muy cariñoso. Ana

  5. A bastantes nos pasó eso de quedarnos sin media familia en esos años. Como dice la canción «añoro, añoro bastante pero no se qué», es como ponés vos ahí, se nos pierde el sentido de pertenencia. Yo me acuerdo también de la Claudia, fijate, las dos éramos bien amigas. Sabés de ella? Besotes

  6. AMIGA QUÉ BÁRBARA!!!!! NO SÉ QUE DECIRTE….ME EMOCIONÓ MUCHÍSIMO!!! TE ADMIRO TANTO….SEGUÍ ESCRIBIENDO PORQUE LO HACÉ, LO HACÉS MARAVILLOSAMENTE BIEN. CUÁNTO ME ALEGRA QUE HAYAN HECHO POSIBLE ESA REUNIÓN…. TU CARITA DE ALEGRÍA Y LA DE TODOS EXPRESA TODO!! TE QUIERO MUCHO.

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