Por María Xavier / Julio 23 del 2025
ayer tuve un buen día
Ayer martes, fue el último día de clases del master en escritura creativa que estoy tomando con la universidad de Salamanca. Ha pasado un año desde que inicié y solamente me queda escribir el gran trabajo final, para lo cual cuento con un poco más de dos meses. Mi mente hace pop-up con ganas de elaborar algo distinto a lo que suelo escribir.
También ayer, al momento que cerrábamos la última clase online, y mientras brindábamos con jugos, cervezas, mimosas y kombucha, recibí noticias de mi hijo Diego: había salido bien de la cirugía de su mano derecha, con la que escribe, acaricia y lanza puñetazos en boxeo. Quebrada tras una caída seis días antes.

Diego estudia en un pueblo antiguo de Italia, uno de esos donde las calles son empedradas, donde hay iglesias custodiando huesos de santos, hostias milagrosas y hay ceremonias medievales en las calles. Este pueblo queda a tres horas del aeropuerto y al menos a quince horas en avión de nosotros, por lo que apenas podíamos acompañarlo por WhatsApp. Tuvo que quedarse hospitalizado para entrar en la lista de pacientes a ser operados. La información fue escasa e imprecisa, y las radiografías que le hicieron pudimos verlas hasta hoy miércoles.
Al final la cirugía salió bien, le durmieron solamente el brazo, y los huesos de su dedo pulgar fueron reparados con clavos externos. El médico le dijo que la operación resultó mejor de lo esperado y es posible que recupere gran rango de movilidad con fisioterapia. Además, contarles que Diego tuvo el apoyo de su novia y de buenos amigos, quienes le dieron contención emocional y muchos snacks para su corazón. Al igual la familia, que se mantuvo mandando párrafos llenos de ánimo, llamadas y muchos emoticonos.
Por mi parte, yo también he recibido snacks para mi corazón durante el proceso de mi maestría, porque además de fertilizar mis conocimientos, hemos creado una red de compañeros con intereses afines, capaces de ayudarnos entre sí cuando nos da el síndrome del impostor, cuando urgimos retroalimentación o cuando algún compañero nos necesita, como Juan Pablo Guanipa (clic en Juan P. G. para ampliar información)
quise celebrar con algo dulce…
Estaba muy antojada de un pastel de manzana desde el día de mi cumpleaños que fue hace dos semanas, por lo que este martes que me sentí tan contenta, aliviada y agradecida con la vida, emprendí la aventura de hacerlo, –alerta, que no se cocinar mucho–, sin embargo, comparto acá un resumen del proceso junto a mis reflexiones….
Empecé por pedir la receta a mi cuñada Virginia, quien me la pasó con todo cariño. Primero mezclar la mantequilla y la harina con las manos, lo cual es sumamente sabroso al tacto y al olfato. Esta parte se llama «arenillar» porque la pasta queda parecida a la arena de playa, levemente húmeda.
Lo segundo fue pelar y cortar muchas manzanas: muchas manzanas…. casi me corto el dedo porque media hora después empecé a ir a gran velocidad. Ya quería terminar pero me dije: ve lento Mari y disfruta el proceso, aunque de nada me sirvió el mantra… después había que mezclar las manzanas en una sartén con el azúcar, la mantequilla y la canela: amé esta parte porque el olor ya se acercaba a mi sentimiento de júbilo interior.
Lo tercero fue enfrentar la masa, disculpas: estirar la masa. Para ello utilicé una hermosa botella de vidrio azul. La masa me parecía reseca y estuve tentada de agregar más agua, pero una honda intuición me lo impidió. Yo dale que dale estirando la masa, mientras sentía que se iba rompiendo por los bordes y mi mente decía: confía en la masa, confía en la masa. Hasta que ciertamente esta fue cediendo, poco a poco, estirándose, creciendo, cerrando las grietas, alcanzando en el molde. Reconozco haber quedado muy complacida con la masa y no puedo evitar compararla con mi materia gris, con mi nervio vago, con mi estómago, con mi capacidad de adaptación, con mi resiliencia y con mi capacidad de amar.
Luego, cuando el pastel se estaba horneando, miraba fijamente a través del vidrio del horno si crecía o no. Me parecía inverosímil que yo había hecho eso, igual a cuando veía a mis hijos en las imágenes del ultrasonido, en las que logré ver a Belén chuparse el dedo… Cierto que aún faltaba la cocción del pastel, pero debía confiar en mí, en que lo había hecho bien, tal como creo que lo he hecho con mis hijos.
Pienso que la vida es muy rápida y efímera, lamentablemente muy pocas veces nos sentimos enteros, completos, pocas veces sentimos que pertenecemos al TODO. Eso fue lo que sentí ayer martes, que yo era parte del todo. Que soy parte de una comunidad hermosa y que Diego también lo es, que no nos deja caer, que nos sostiene, en la que confío, como en la masa, confío en el resultado cuando he pelado decenas de manzanas sin cortarme el dedo, más aún cuando sangro.
El pastel quedó rico. Utilicé unas manzanas pintas que son un tanto ácidas, agregué poca azúcar y poca canela. Invitamos a un par de amigos que llegaron a las 7 de la mañana para degustarlo con café. Nos sentamos los cuatro a reírnos de cosas triviales alrededor de eso dulce… Este miércoles cualquiera, porque, qué sería de eso sabroso y bonito si no lo sabemos compartir, más aún cuando es hecho a mano.
Gracias Virginia y Josefina, porque me han enseñado lo que ustedes hacen con sus manos, pasteles, quiché lorraine y pepinillos dulces.


ESTARÉ FELIZ SI TE SUSCRIBES A MI BLOG Y ASÍ APOYAS LA CREACIÓN DE CONTENIDO DE ESCRITORES INDEPENDIENTES


Siempre es grato leerte, Mari. Un abrazo a la distancia.
Tan linda Lucy!!! Besotes
Me encanto, no solo esas manos saben escribir, sino también hacer pastel… como no se cocinar me iré a buscar una pastelería italiana y degustare un rico pedazo mientras me tomo un Té y leo algo. Saludos a Diego y un abrazote a todos en tu mundo literario. Il tuo amico a cui place quello che scrivi. J L
Disfruta tu pastel con una gran sonrisa ❤️abraccio amico mio !!
Hola , un fraterno abrazo y otro grande a Diego, gracias a Dios salió todo bien ahora a las terapias.
Ese pie se ve riquísimo y es de mis preferidos, creo que seguiré a Largaespada e iré a comprarme un slide de pastel, me hiciste agua la boca.
Tenes el don de las letras y escribís muy lindo, lo atrapas a uno. Felicidades por tus estudios y ánimo con ese trabajo.
Abrazos Con cariño, otro a Francisco, Belén y Diego.
Claro!! Cómase algo súper rico para que ponga feliz a su corazón!!! Siempre la recordamos con inmenso cariño doña Blanquita.
Que linda historia María Xavier. Espero que Diego se recupere pronto. La vida es de caídas y levantadas. Lo importante es lo segundo.
Que bueno lo del pie porque yo no soy de cocinar postres, pero si de cocinar. Amor cocinar y leer sobre el proceso de hacer algo nuevo, me encanta.
Abrazos a la distancia!
Joshy!!! Que agradable tu mensaje. Tanto tiempo sin vernos. Me alegra que te llegaran mis palabras que viajan en la web como antes hacían los mensajes en las botellas.
Vamos a confinar por placer, para divertirnos y para compartir. Te mando un abrazo lleno de manzanas.
Mikes de abrazos llenos de manzanas, buenos deseos y mucha esperanza. I’m a hugger 💙 siento que aun para mi, es complicado entrar por aquí y dejar un comentario. Seguro no se como hacerlo. Siempre hay que volver a poner tu info y se borra si voy para atrás. Nunca uso word press aunque me gusta. Tiempo, el inexorable tiempo.
Lo hiciste bien. Comentarios recibidos !!
María Bonita! Entre a tu cocina, a la masa, a los bordes secos, a tu intuición y a la botella azul… entre a las muchas muchas muchas manzanas y la mantequilla con el azúcar me envolvió hasta llegar a Juan Pablo… “pero debía confiar en mi”, sanador, una experiencia. Besos