Mi pareja

Por María Xavier Gutiérrez / 12 de Febrero, 2025

A Fran, my love

Casi nunca hablo de F. y es cierto que he hecho breves menciones sobre él en algunos relatos pasados, pero hoy cumplimos 25 años de estar casados y dedico este escrito a esa vida jugosa que llevamos juntos.

Mi vida junto a F. ahora cuenta con más metros cuadrados, más silencio, con más independencia, con más espacio para amigos y donde podemos reconocernos otra vez, solos él y yo. Podemos hasta andar desnudos con las puertas abiertas o besarnos impúdicamente en la cocina sin el muro de privacidad que se erige cuando hay hijos en medio. La aventura de estar otra vez solos pero más reales que antes porque nos conocemos de sobra.

La primera vez que me fijé en F. fue en el colegio cuando teníamos dieciocho años, era 1990. Él vestía de soldado porque hacía el servicio militar y andaba de visita en el horario de recreo. Alto y delgado, estaba apoyado con su antebrazo en el marco de una puerta. Esa mañana él no me vio y esa imagen solo existe en mi memoria. Empezamos a salir hasta 1992, de manera informal, sin pretensiones, sin títulos, nada indicaba que nos quedaríamos por décadas. Juntos la pasábamos bien.

F. me dijo una día de estos que me iba a costar mucho su vejez, dice que me burlo de él cuando se dobla y no llega a las rodillas o cuando camina encorvado porque le duele la espalda. ¡Qué mala soy! Si, me resulta divertido ver como nos caen los años.

F. siempre ha sobresalido por su voz fuerte y varonil, habla con desenfado de cualquier tema y sus opiniones son muy ponderadas excepto cuando percibe una injusticia de cualquier índole, y eso me incluye a mí. Hace muy poco F. decidió cuidar su salud y por primera vez en una década que llevo contándole de mis prácticas en ese tema, ha comenzado a comer guee, vinagre de manzana, batidos de espinaca con jengibre y hasta a usar mi pasta dental desensibilizante. Ayer en la noche me dijo que hoy quería agregar para su lunch un puré de quequisque, a lo que reaccioné con recelo porque ahora se come los vegetales y tubérculos que antes eran solo míos. Su resentimiento conmigo fue visible pero le di un abrazo, un beso y le dije I love you cuando se fue al trabajo.

Entonces recuerdo que nuestros territorios internos son tan íntimos como el cepillo de dientes y aunque llevemos juntos décadas y seamos compatibles, prevalece mi humanidad y la suya propia, con todos los cambios en nuestros cuerpos: mi premenopausia, mis hormonas y las suyas; su barba blanca; su rostro seco y duro cuando no pudimos regresar a Nicaragua –nunca más–, mientras B. y yo nos deshacíamos enteras; la muerte de su madre sin poder verla; su sensación de nido vacío que es distinta a la mía; compartir la cama y tomarnos de la mano; mi necesidad de silencio y letargos matinales versus su estado cafeíno antes del desayuno; mi urgencia por re-definirme y la suya que encuentra estudiando italiano, caminando diez mil pasos al día y comiendo más vegetales.

¿Por qué razón crees que hemos durado? Le pregunto a F., pero es un tema que no quiere responder y solo me queda viendo. Es que ahora que estás en esa edad sazón –le digo–, hay parejas que agarran cada quien por su lado. Pero F. solo me responde que él me quiere. Yo continúo, ¿no crees que es porque nos reímos bastante?, aunque se que también somos estridentes a veces, agrego. F. solo me está oyendo mientras atiende su instagram. Ya es de noche y después de cenar nos echamos en el sofá. Yo para ganar más su atención me le acuesto encima, meto mi cabeza en su cuello y respiro su olor, él me abraza mientras sigue viendo a los gatitos que parodian a las personas y ambos nos reímos de lo estúpido que son.

Yo encuentro mi polo a tierra en sus ojos robustos que jamás me han dejado a la deriva, menos cuando mis ataques de pánico aparecen, él está ahí con su altura y su peso para que yo sienta que todo está bien. Y así pasamos los días y las noches en esta casa, cocinando algo rico, resolviendo planes, deconstruyéndonos y construyéndonos, cada uno en su mundo y juntos a la vez. Y claro, también esperando el regreso de los hijos en sus vacaciones.

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6 comentarios sobre “Mi pareja

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  1. MariX está tan bien d-escrito, que parece que te salió de una sentada, yindo, me gustó un montón! Sigan queriéndose, refunfuñando y riéndose, y pues eso, pues nada y más risas. Les abrazamos

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