Cuento de Arquímedes González de su libro: En abril yo seguía viva / Ilustración de María Xavier, Mujer Urbana / 25 de Abril, 2025
La semana pasada estábamos en el patio comiendo hígado encebollado con arroz y plátano, cuando de pronto tu papi dejó su plato en el suelo, se levantó, se me acercó y con una cara de angustia me dio manotazos en las piernas.
—¿Qué te pasa? —le consulté asustada tratando de esquivar sus golpes.
—¡Las hormigas te están hartando! — gritó, con una expresión desesperada en su rostro mientras insistía en aporrearme las piernas.
El sol reflejaba sobre el patio, iluminando la tierra seca y arenosa.
Yo volví a verme el cuerpo, pero no encontré ni una sola hormiga cerca.
—¿Cuáles hormigas, Alfonso? —le dije apartándome porque casi me tira el plato de comida.
—¡Las que tenés ahí, se te están metiendo por la falda! —insistió tocándome todo el cuerpo.
—¡Dejame, dejame! —le pedí y mejor me fui para adentro con mi comida porque de un tiempo para acá, le agarra feo a tu papi.
Terminé de comer en la cocina y cuando fui de nuevo al patio, al parecer ya se le había olvidado todo. Tu papi estaba sentado en la mecedora balanceándose, pero poco a poco se encorvaba.
Como hacía calor, fui al cuarto a dormir. Al rato Alfonso otra vez me despertó.
—Mujer, ¿no viste para dónde se fue Alfonsito? —preguntó con voz débil.
—¿De qué me estás hablando? —le contesté ahora más asustada.
—Es que hace poco estaba hablando con Alfonsito. Lo tenía al lado y le estaba contando de cuando fuimos al mar y se comió él solito media sandía y luego le pasó doliendo la panza. Alfonsito se puso a reír. Le recordé cuando le compramos a Goliat, su primer perrito, también de la fiesta que le hicimos cuando terminó la secundaria, de su primer año en la carrera de Veterinaria y de todo lo que quería hacer después que se graduara, pero me dijo que ya venía, que iba a una protesta.
En ese momento, el corazón se me hizo agua.
—Nunca regresó, Alfonso —le dije llorando.
—¿Y para dónde agarró? —quiso saber y yo lo miré extrañada.
—¿Ya no te acordás lo que pasó?
—No.
—Lo mataron.
—Pero cómo lo van a matar, mujer, si lo acabo de ver.
—Alfonso, ese día durante la marcha, mataron a Alfonsito de un disparo en la cabeza.
—¿De un disparo en la cabeza?
—Sí, Alfonso —le dije llorando.
—¿Y ya lo enterramos?
—Sí, hace seis años lo enterramos en el cementerio donde están también tus papás.
—¿Qué edad tenía?
—Tenía solo dieciocho años.
Con lentitud Alfonso volvió a su mecedora y toda la tarde se quedó pensativo, como si estuviera tratando de recordar o de aceptar que Alfonsito ya no estaba.
Cuando le llevé la cena, me miró a los ojos y como si no hubiera pasado nada, me dijo tomándome la mano:
—Decile a Alfonsito que cuanto antes traiga veneno para matar estas hormigas que ya están por toda la casa.
Los cuentos del libro En abril yo seguía viva del escritor Arquímedes González, son inspirados en testimonios de personas que han sufrido encarcelamiento, torturas físicas, sicológicas o tienen algún familiar asesinado por la dictadura de Daniel Ortega.
Arquímedes realiza la tarea dura de rescatar la memoria de lo que ha sucedido en Nicaragua los últimos siete años y de escribir esa realidad entrelazada con ficción, cambiando nombres o locaciones pero con el peso de la verdad en cada palabra. En su libro hay 21 historias verdaderas

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